Todas las personas que hayan visto al menos un capítulo de South Park en español latino —desde su tercera temporada— reconocen a Patricia Azan. O, por lo menos, su voz. O, bueno, la voz de Kyle; o, mejor, la voz de su personaje favorito en el mundo, el más visible de la serie: Eric Cartman. Ahora, si hubo alguien que todavía no vió South Park, toda la generación que creció con Los padrinos mágicos reconoce, sin duda, la voz de Vicky, la niñera malvada. Patricia es ella y cientos de personajes más. Es una figura pública que distribuye su agenda entre los estudios de grabación, las redes sociales —nada más síganla en Tik Tok 🙂— y las convenciones alrededor del mundo, aunque por encima de todo su actividad principal y su vocación vital es ser actriz. Se le nota desde que la saludas. Desde cómo expresa su amor por el teatro, sin el cual no estaríamos contando su historia.
Patty nació en Cuba, aunque creció en West New York, New Jersey. No hablaba español, pero en un giro del destino como los de las series y películas en las que ella ha interpretado personajes, llegó a Miami —justo donde residía la mayor comunidad latina en Estados Unidos— apenas empezando sus 20, divorciada —se había casado con el que había sido su novio de High School—, dejando atrás un pasado menos estable que su presente. 24 años después tenemos la fortuna de que los estudiantes de Crehana puedan acceder a su curso de Doblaje y actuación de voz. Conversamos un rato con ella.
Foto: Crehana.
¿Cómo llegaste al mundo del doblaje en español?
¡Accidentalmente! (risas). Pero creo que estaba en mí hacer esto, desde muy pequeña. Porque para entretenerme a mí misma le ponía voces hasta un cepillo de pelo, a las perillas de las puertas, a los juguetes, siempre estaba jugando creativamente con la voz y con todo lo que veía a mi alrededor. Yo era de esas niñas que le pintaba ojitos y boquita a todas las cosas, para mí todo hablaba. Vivía en una magia total. Mucho tiempo después me di cuenta que quería ser actriz, mis padres me dijeron que no, me mandaron a estudiar otras cosas, y mandé todo al carajo, me fui sola para Miami. Empecé en el mundo del teatro con mucho miedo porque venía con ideas equivocadas en la cabeza de que no iba a poder hacerlo, pero me enfrenté a eso y lo logré. Empecé de una vez con papeles protagónicos, tuve buenos maestros, y de ahí brinqué al mundo del teatro en español. ¡No entendía nada! Pero todo era más lindo en este idioma. Me reté a quitarme el acento del inglés, volver a reaprender el idioma de mi casa en la infancia, hacer la primera obra interpretando un papel pequeño y, en seguida, ya tenía un coprotagónico y luego a protagonizar otra vez. Tomé clases de dicción, de voz, de canto, para poder hacerlo. Y de ahí di el salto al doblaje a través de ciertas personas que venían del teatro y pertenecían a compañías de doblaje, a quienes les recomendaban mi nombre. ¡Mi primera experiencia fue terrible! Pero, de nuevo, se me metió en la cabeza que podía.
¿Por qué la gente te referenciaba? No creo que haya sido fortuito….
Porque me habían visto ya en teatro haciendo diferentes personajes a través de los cuales no era fácil reconocerme. Para mí el teatro siempre fue una manera de no ser yo, de cambiar todo lo de afuera y que, cuando estuviera fuera de la obra, me preguntaran, ¿esa eras tú?
¿Crees que tu origen, el ser cubana, tuvo que ver con que terminaras actuando en español?
No. Confieso que originalmente me mudé a Fort Lauderdale, casi a Palm Beach, porque sinceramente no quería estar en el “cubaneo”, yo me sentía más cómoda con lo “americano”, pero no tuve otra opción distinta a mudarme a Miami. Cuando lo hice, la escuela de actuación donde tomaba clases, que era muy buena, me quedaba muy lejos. Entonces busqué y busqué, pero las escuelas que encontraba no me convencían. Un día fui a ver una obra de teatro con un amigo, donde estaba Vivian Ruiz —quien fue la primera Cartman, da la casualidad— y me encantó su trabajo. De todas las actrices que había en ese escenario ella era la única que era creíble, me encantaba. Así que la busqué en el camerino y le pregunté dónde había estudiado. Se había formado con una maestra en Prometeo, una extensión del Miami Dade College, que era solo para actuación, y en español. Busqué a la maestra (Teresa Maria Rojas), y me enamoré de su persona, ella hizo que me enamorara del idioma. Es como mi segunda madre.
Pero, todo pareciera haber fluido de forma muy natural…
La verdad, el doblaje no era gran cosa para mí. Era un cheque. No me daba cuenta hasta qué punto puede llegarle a las personas ese cambio de voz. Estaba tan metida en el teatro, que no quería que el doblaje me quitara la capacidad de actuar bien sobre el escenario. Mi inocencia llegaba hasta el punto de no saber que existían fans. Rechazaba todas las solicitudes de amistad que llegaban a mi Facebook. Hasta que unos chicos me contactaron para decirme que habían creado un club de fans. Me hice amiga de ellos. Les mandaba saludos. Lo que me pidieran.
¿Ahí cambiaste de parecer?
¡Sí! Yo tenía otro trabajo que no tenía nada que ver con ser actriz ni con el doblaje, hasta que me puse a indagar y a leer lo que me escribían las personas y decir, ¡wow!, ¿hasta qué punto esto afecta a una persona? O sea, que tengas un mal día, pongas a esta comiquita y te sientas mejor, es porque sientes que esa persona te está haciendo sentir bien a través de ese cartoon. Eso me llegó. Porque es lo mismo que yo estaba buscando a través del teatro. La diferencia es que en el teatro tienes esa respuesta inmediata del público, de llevarlos a sentir euforia, ponerte a llorar y que todo el mundo llore en la sala, ese control que tienes sobre lo que está pasando con la audiencia, y lo que ellos te dan, no pasaba, o yo no sabía que sucedía, porque desconocía quiénes eran estas personas que te escuchaban en la televisión o en Internet. Comprendí que el alcance era inimaginable. ¡Incluso más que el teatro! Empecé a sentir que les debía algo a esta personas que seguían viendo las cosas, que me mandan cartas, dibujos…
Imagino que eso se acrecentó con el surgimiento de las convenciones...
¡Yo no sabía casi nada de convenciones! La primera a la que fui se realizó hace unos tres años, con Orlando Noguera. Eso fue para mí un shock tremendo. Había bastantes sillas y yo pensaba que eran demasiados asientos, que los organizadores eran muy optimistas. Cuando salimos al escenario, había tres veces más personas que el número de sillas. “¿Qué es esto?”, decía yo. Fue inolvidable. Entendí que puedo combinar lo que hacía en el teatro con lo que pretende una convención, no tengo que hablar de mí misma, para eso está Google (risas). Pero sí puedo montar shows donde entren todos mis personajes hablando a la misma vez unos con los otros y te quedes como, What the hell?, jajaja, y luego “hola, soy Patricia Azan, ¡y he llegado con todos ellos!”.
Patricia tiene una pared en la que recuerda todas las convenciones en las que ha participado. Fotografía extraída de su cuenta en twitter.
¿Cambió eso tu estilo de vida?
¡Definitivamente! Fue decisivo para que me dedicara de lleno a esto. Además de la actuación llevaba 17 años como merchandiser de una compañía de relojes. Tenía muchas tiendas a mi cargo. No me querían dejar ir, pero yo veía que el mundo estaba cambiando. Tuve que decidirme. Lo primero que entendí fue que las redes sociales eran fundamentales para que la gente supiera quién era. ¡Y yo no tenía a nadie! (risas). Me tocó juntar a los del club de fans, a los pocos suscriptores que tenía en YouTube, a los 99 followers que tenía en Instagram, y empecé. En los primeros tres meses no pasó nada. Luego me llamaron para participar en una convención, y yo acepté complacida. De inmediato me llamaron otras tres. A finales de 2019 estaba finalizando el año con unas 10 convenciones encima. Y la agenda para el 2020 iba a ser más apretada. He hecho muchas cosas en línea, tengo el curso en Crehana, he tenido mucho más trabajo, y con la posibilidad de trabajar desde casa —tengo un estudio y mi hija es mi editora— nos salvamos de esa época en que cerró todo. Soy una afortunada, sé que hay muchísima gente que no lo pasó tan bien.
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Hace diez o veinte años no se conocía mucho de la industria del doblaje. Era un misterio el cómo entrar allí. ¿Qué necesita una persona para sobresalir en eso?
Bueno, te das cuenta que tener un background actoral es lo más importante para estar vigente en esta carrera. Porque una cosa es poder hablar bonito, todo se aprende, pero no se puede arreglar que puedas actuar. Te vas a dar cuenta cuando te prepares. Uno no solo hace cartoons, o películas dobladas, sino también comerciales, de muchas cosas, si es un comercial en donde eres una mamá, no sales hablando de manera sexy. Todos los actores que sobresalen tienen formación en actuación.
¿Y la industria a través del tiempo cómo ha evolucionado? ¿qué ha mejorado y qué no?
Bueno. ¡Me va muy bien en Tik Tok! (risas) Creo que lo mejor ha sido la posibilidad de conocer personas que sin verlas en persona se vuelven importantes para ti. Tus seguidores y colegas. Son cosas que no hubieran pasado sin la llegada de las redes sociales.
@pattyazan#duet with @theweeknd Eric en el Superbowl filmando a Abel #theweeknd #superbowl #fyp #southpark #TrulyGlowingSelfieLove
♬ Can't Feel My Face - The Weeknd
¿Y los estudios de grabación? ¿Se pasó a remoto todo el trabajo que hacían allí?
Seguimos yendo a los estudios. Es más cómodo hacerlo desde tu casa, más con las circunstancias de hoy en día, pero se extraña ir al estudio y ver a personas que quieres. En mi caso personal soy amiga de varias personas allá.
¿Cómo te mantienes inspirada para hacer tu trabajo?
La vida es tu maestro. A veces he tenido que lidiar con personas que podrías calificar de “malas” o indeseables, pero me intriga por qué son así. Me interesa porque, tal vez, mañana deba interpretar algún personaje así. Y además puedo ser una influencia en la vida de ellos para bien. Me ha pasado, por ejemplo, con fans, que llegan muy tóxicos a los Live Streams, pero vuelven porque se sienten mal por su actitud. Luego se abren conmigo y me cuentan algo triste, y entonces comprendes por qué son como son.
Una persona interesada en incursionar en el mundo del doblaje, ¿Podría volcarse a eso como oficio principal?
Si me lo hubieras preguntado hace tres años, te hubiera dicho que no habría manera de sobrevivir haciéndolo. Pero hoy digo que es totalmente posible. Exige el triple que cualquier trabajo tradicional. No es solo ir a grabar. Todas las mañanas dedico mínimo dos horas a responder mensajería, a leer, a descubrir personajes, a crear contenido, semanalmente voy al menos dos veces al estudio. Lo mejor que ha traído la pandemia es que creo que el doblaje no se va a quedar en un solo lugar y se va a realizar en cualquier parte del mundo. Los proyectos y los nuevos animadores que surjan van a decir “Hey, Fulanito, que fue la voz de mi niñez, ¿dónde está? ¡lo quiero en mi serie!”. Y se van abrir oportunidades para nuevos actores de doblaje, pero van a tener que prepararse el doble, porque deben tener redes sociales, un estudio propio, demos propios, con interpretaciones originales porque los van a comparar con los que ya tenemos trayectoria en esto.
¿Qué les puedes aconsejar a los nuevos actores?
Que se formen con buenos maestros, con personas que están trabajando en el medio, no con alguien que solo repite lo que vio en un libro. Y que no entren a la carrera por el dinero. Que lo hagan por pasión.