A Caro Paz la sorprendió la pandemia de coronavirus en Austria. Estaba esquiando en Los Alpes, cuando supo que debía devolverse rápido a Lima, Perú, donde reside, para encerrarse. Gozaba de unas vacaciones merecidas, quizás inducidas, producto de su inquietud por viajar y de una buena racha como emprendedora artística en los últimos cinco años. Su obra ha llegado a más de 60 países. Los equipos de mercadeo globales de varias marcas reconocidas la llaman para encargarle trabajos, pero es ella quien pone las condiciones. Si quieren trabajar con ella, el estilo es suyo.
Tiene una rutina que es la antítesis de lo que proclaman algunos gurús del emprendimiento sobre ser exitoso en los negocios. No madruga. O no suele hacerlo. Sale de la cama cuando su cuerpo se lo pide o cuando uno de sus 4 perros y 2 gatos se lo exigen. Vive de cómo le provoca el día. Si le nace pintar, lo hace, pero si ese día quiere sentarse a ver series durante todo el día, también lo ejecuta, sin remordimientos. “Me encanta no hacer nada”, dice. Paz es una persona que disfruta tanto su día a día que, cuando llegan los proyectos, los abraza con gusto, sin miedo a trabajar horas extra y saltarse el almuerzo, pues tiene como filosofía que cuando se vive de lo que se ama, no hay peros, siempre hay motivación.
Nada mal para una exdiseñadora gráfica que, tan solo hace seis años, pintó su primer mural en la habitación de un amigo. La profe del curso online de Exploración artística y desarrollo artístico desborda seguridad de sí misma, aunque la incertidumbre se apodere de ella mientras crea. Y, ante todo, es una apasionada de contar su historia y alentar a otras personas a escribir y compartir las suyas propias.
Caro Paz. Foto: Crehana
Caro, ¿cómo te fue el año pasado?
Mi estilo se transformó. Después de la cuarentena mi forma de pintar ha variado. Estoy implementando elementos que me gustan, que trabajo para mí, desde la introspección. Si bien he vuelto a la normalidad de trabajar en proyectos, intento que cada proyecto sea 100% mío. Tiene que verse mi estilo, si no tengo libertad creativa prefiero no hacerlo.
¿Y no era así antes?
Estudié publicidad. Trabajaba de diseñadora gráfica en una empresa de cosméticos, pero mi empleo me tenía aburrida, no era valorado, o eso sentía. No era artista, para nada. Pero me llamaba la atención la creatividad, tenía esa sensación de que estaba haciendo algo que me gustaba pero no me llenaba.
Entonces, ¿cuál fue el punto de partida para que hoy seas un referente de creatividad en tu país?
Un día le dije a un amigo lo interesante que sería ser artista, crear cosas propias, le expresé que me gustaba mucho cuando la gente pintaba en gran escala, y que si no tuviera que preocuparme por el dinero, por trabajar, me hubiera gustado estar haciendo eso. Y entonces mi amigo me propuso pintar una pared de su cuarto. Llevé plumones, pintura, acrílicos, y aunque a mí me pareció que quedó muy normal, a él le encantó, y lo publicó en Facebook. A las dos semanas me escribieron de Converse, la marca de zapatillas, contándome que habían visto el mural en redes sociales y que les había gustado el estilo. Me propusieron participar de una campaña en un mall, que consistía en que yo pintara algunas zapatillas. ¡Yo no sabía ni con qué material podía uno pintar un zapato! Pero acepté. Y lo que pasó es que mi estilo de pintura es bastante abstracto. Así que, si me pedían que pintara un perro, no me quedaba muy bien, no se entendía. Y si el dibujo me salía deforme, le añadía algún detalle y creaba una pieza. Como soy creativa y soy publicista, lo que hacía era crearles un concepto, y los clientes se iban felices. ¡Ese fue mi primer trabajo!
Como artista…
Sí, haciendo arte. De hecho me creí la película completa. Fui súper segura, como si tuviera trayectoria, firmaba las cajas, me tomaba fotos con la gente...a veces no se trata tanto del talento sino de la seguridad con que expones tu trabajo. El arte es tan ambiguo que, si te gusta o no, tiene que ver con tus propias vivencias. Hay una mezcla de factores para que llegue a atraerte algo, como las personas, no hay un estándar para la belleza, eso es falso. La sociedad ha creado estereotipos, y así lo vi en el arranque. De hecho, luego de eso me gané un concurso de pintura del que se originaron un par de notas de prensa que hicieron hablar a la gente.
Pero ¿ahí continuabas con tu empleo?
Sí. Aunque a partir de ahí empecé a preguntarme cómo podía generar un trabajo que me permitiera salir de donde estaba. Entonces con una amiga se nos ocurrió que las personas que tuvieran cosas para botar nos las dieran para intervenirlas. No cobraba nada. Mis amigos traían mesas, sillas, subía las fotos a Internet, y empecé a preguntarme cómo hacer para que la gente creyera que yo era genial. Me lo tomé igual de serio a lo de las zapatillas, y empecé a tomar fotos y a publicar lo que quería que la gente viera como importante, como divertido, como exitoso.
Foto de mueble intervenido tomada del Instagram de Caro Paz
Te creaste una marca…
Sí, me inventé un concepto. Empecé a hablar del “error” como concepto, diseñé un discurso alrededor de eso, “yo pinto a través del error”, “los errores son oportunidades”, y en muy poco tiempo se formó una comunidad de chicos que se sentían identificados con mi trabajo porque sentían que quizá no eran tan buenos, o les habían dicho que no lo hacían bien y esa gente empezó a seguirme. Hay millones de personas que están frustradas trabajando en cosas que no disfrutan por miedo a no ser alguien en campos que les apasionan, y a veces necesitan alguien que les diga “no tengas miedo a equivocarte, lo importante es ser auténtico, honesto, transparente y único”. Empezaron a escribirme y yo les aconsejaba, les daba motivación. Pero también entré en una contradicción porque estaban pasando muchas cosas en poco tiempo.
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¿Cuándo sucedió eso?
Pinté el mural en la casa de mi amigo en abril de 2015, a las dos semanas lo de Converse. Luego, de inmediato, vino la idea de pintar cosas con mi amiga, y te podría decir que un mes después ya no estaba en la empresa para la que trabajaba, pero no por valentía, sino porque hicieron un recorte de personal. Mi jefe de entonces tenía que elegir a uno de los de su equipo, y como me veía en fotos de redes sociales haciendo arte, decidió que me las podía ver por mí misma, pero ella desconocía que yo tenía muchas responsabilidades económicas. Yo tenía 24 años.
¿Ya te habías ido de tu casa?
Sí, yo me fui a los 22 a vivir sola, pero trabajaba desde antes de eso, respondía por mí desde los 18 o 19, tenía que responder por cosas, y me pregunté en ese momento ahora qué iba hacer. ¡Me acababa de comprar un carro! Una opción era regresar a la casa de mis papás. Sin embargo, como me habían despedido de forma injustificada me dieron una indemnización, y con esa plata dije “hagamos algo con el arte”. Vi un curso de graffiti que daban en Inglaterra, me compré un tiquete y me fui para Bristol. ¡En abril había pintado la pared de un amigo, y en junio estaba en Bristol! (risas) El curso de graffiti era gratuito. La plata de la indemnización no me daba para pagarme un curso caro, ni para quedarme en un buen sitio, así que busqué un hostal en un gueto y terminé viviendo durante un mes con 13 personas en un cuarto, que se la pasaban de fiesta todo el tiempo. Pero mi idea era estudiar, así que procuraba pasar la mayor parte del tiempo fuera, o encerrada, y durmiendo cuando tocara. En el curso, la profesora era una graffitera, y una amiga de ella vio mi trabajo, les gustó, expresó que le parecía diferente —como era a través del error todo era un caos— y me preguntó si me gustaría dar una charla en su galería. Desde luego acepté y gracias a eso me invitaron a participar de un festival que consistía en pintar en los túneles de Bristol, que son un lugar emblemático de allá.
Fotografía de mural pintado por Caro Paz. Foto extraída del Instagram de Caro Paz
Hasta ese momento solo habías pintado la pared de tu amigo…
¡Exacto! (risas) Pero fui a pintar y en el lugar había periodistas, me hicieron algunas entrevistas y salí en dos revistas en Inglaterra. Puedes imaginar cómo se veía eso en redes sociales. “Aquí dando una charla en la galería”; ”aquí en los túneles”; la gente que me conocía no entendía qué estaba pasando y desaprobaba mi trabajo. Es entendible que mucha gente persigue una carrera y le cuesta mucho llegar a ciertos lugares.
Seguro porque venías de un ambiente creativo.
Sí, lamentablemente había gente que hablaba pésimo de mí, de mi trabajo, pero yo solo estaba emocionada de que algo que había empezado con mi amigo me estaba llevando a eso. Honestamente pensaba que iba a regresar al diseño gráfico, solo pensé que podía usar la plata que me había dado la empresa en algo que me gustaba, explorar, experimentar, conocer nuevas personas, y luego regresar a buscar un empleo en alguna agencia de publicidad. Pero lo que estaba sucediendo ahí empezó a rodar como bola de nieve en Lima, Instagram no era popular, pero Facebook sí, y las marcas y las personas empezaron a hacerme pedidos por ahí. Cuando regresé a Lima un amigo me dijo: “oye, trabajo en un hotel, me encantaría que pintaras un mural ahí, no te puedo pagar, pero podrías quedarte, te invitamos a comer y a pasar el fin de semana”, yo dije: “bueno, chévere”, y resulta que a los pocos días fue a hospedarse en el hotel un señor al que le gustó mucho el mural que pinté. Él era dueño de unas avionetas y se interesó en que yo las pintara. Preguntó por mí en el hotel, se puso en contacto y entonces lo hice, pinté su avioneta y la volamos. Con la foto de la avioneta pintada desde el cielo ya la gente no entendía nada. Me abrí una cuenta de Instagram —todavía no existían la stories— y empecé a hablar sobre la importancia de no tener miedo. Pese a que había gente que pensaba que yo no tenía talento, la verdad es que yo tenía creatividad y no tenía miedo. Al final, si no creas, no tienes nada. Me empezaron a llamar para hacer más trabajos, me empezó auspiciar una marca de ropa, y entonces necesité tiempo para pensar, estaba abrumada porque todo había pasado demasiado rápido.
Te fuiste a Indonesia…
Sí. Y allá empezó a pasar lo mismo. Me sentaba en un café, la gente me veía dibujar en mi tablet, me preguntaba por lo que estaba haciendo y resultábamos conversando.
Eso me interesa, ¿cómo se te da lo de conversar de la nada con personas que no conoces?
¡La gente siempre quiere hablar! Uno no habla con la gente por pena. Pero, cuando se da la oportunidad, a partir de algo como el dibujo que estás haciendo, en vez de decir que estás pintando un elefante y dejarlo ahí, le cuentas a la gente tu historia. Si no lo haces, no van a saber qué haces, quién eres, te vas a perder de oportunidades que te puede traer el universo. Si yo no le hubiera contado quién era y de dónde venía a las personas de Inglaterra, o de Indonesia, no estaríamos haciendo esta entrevista.
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Pero ¿no crees que hay un estigma alrededor de hablar sobre nosotros mismos?
¡Claro! Porque se percibe como egocentrismo. Pero yo creo que es amor propio. Es diferente a que te creas mejor que otros, o que hables de manera despectiva sobre alguien. Es que cuentes tus propios logros, que hables de lo que te enorgullece de ti mismo. Es apreciar y valorar lo que haces. La gente que anda temerosa, avergonzada y con culpa es gente que no está vibrando alto. Para conseguir las oportunidades tienes que creer que las mereces, es la ley de la atracción.
Zapatillas inntervenidas por Caro Paz. Foto tomada de su cuenta de Instagram.
¿Qué aprendiste de tu exploración?
Que ya no debía hacer las cosas de manera tan empírica. El discurso del error es agradable, pero también tiene que venir con conocimiento. Si no es así, no es sostenible en el tiempo. Es muy fácil tener seguidores, tener gente que te admire y compre tu trabajo, pero complacerse a uno mismo es más difícil. Regresé a Perú, y cuando llegué tenía un montón de proyectos. Te estoy hablando de 2016. Busqué maestros y aprendí sobre técnica y herramientas para llevar a cabo ideas que solo por voluntad no iba a lograr.
¿Cinco años después cómo llegaste a más de 60 países?
Las marcas me empezaron a buscar. Lo que he hecho es observar. Una vez empecé a dominar la técnica, aunque tengo una dosis de inseguridad y frustración diaria, empecé a autocriticarme. Si hay algo que no me gusta cómo queda, soy capaz de volverlo hacer desde cero, así un cliente se sienta satisfecho con el trabajo y me haya pagado ya por ello. Si tengo que poner los materiales y el tiempo, lo hago, hasta sentirme bien. Todas las mañanas me tomo un café y hago un research de todo lo que está en pinterest, Instagram, veo qué cosas nuevas hay, qué materiales, cosas que me inspiran, y tomo referencias para adaptarlas a mi visión. Procuro alinear mi trabajo con mi cultura. Mis colores son chillones, chirriantes, en Lima se usan muchos colores neones porque son parte de la cultura chicha.
¿Desde cuando empezó el uso consciente de esos colores?
Conscientemente desde que fui educándome y entendiéndome un poco más. Pero desde el principio estuvieron ahí, solo que no lo entendía. Ahora, no creo en los bocetos, ni en la gente que hace sketch, suelo pintar como si ya fuera el trabajo final, las ideas surgen de lo que observamos.
Podría perder la esencia.
¡Sí! Parece envidiable porque es más ordenado y fácil, pero yo tengo una idea de lo que quiero hacer, aunque es probable que la cambie en el camino, que se transformen elementos de acuerdo a lo que voy viendo y a cómo me voy sintiendo in situ, sea en un cuadro, en una avioneta, en una tabla de skate o en una pared. Lo que más me llena es estar buscando respuestas, no sentirme completamente segura ni satisfecha, despertarme todos los días y decir “puedo ser mejor”. Por eso viajar es tan importante, igual estudiar, te abre la mente.
En tu experiencia, ¿qué le dirías a alguien que está pensando volcarse por completo a una actividad que le apasiona pero, por miedo, no se atreve?
Si no lo hace porque, como me pasó a mí, no puede dejar su trabajo, puesto que tiene responsabilidades económicas, recomiendo tener un backup. Ver la forma de tener algún trabajo extra que genere un ingreso que con el tiempo pueda dar tranquilidad, o ponerse a vender algo, porque la angustia no es un buen escenario para crear. También ponerse metas cortas, exprimir el tiempo al 100% y pensar que lo peor que puede pasar es que se debe regresar al punto cero. Y aprender a leer las señales, cuando la vida te pone trabas en cosas es porque no es tu camino; si empiezas hacer cosas y fluyen por ahí va, quizás no es eso, pero estás cerca. Aplica en el trabajo y en las relaciones. Uno sabe. Hay que escucharse.
¿Qué te motiva?
El tiempo para mí. Le doy mucha importancia a mi proceso mental. Si mi mente no está bien, no voy a funcionar. El tiempo en pausa es fundamental para encontrar inspiración y creatividad.