Paquita Romano es jardinera. No de las que solo cortan el pasto y podan, sino de las que lloran cuando germina una semilla. Se levanta a la madrugada, hacia las cinco, y según lo que indique el calendario biodinámico —un calendario que, de acuerdo a las fases de la luna, indica las actividades que puedes o no realizar—, puede pasarse el día cosechando, podando de cierta manera, o no haciendo nada, aparte de leer, su otro gran placer.
Lo de cómo ganarse la vida diseñando jardines, vendiendo semillas y, ahora, enseñando, es algo que ya tiene resuelto. Pero no estaba entre sus planes. Paquita, mujer independiente, y mamá de tres hijos, era una conocida decoradora, dueña de un exitoso local en Buenos Aires. Instaló un pequeño vivero al frente y, cuando pudo por primera vez hacer que germinara bien una de sus plantas, algo cambió dentro de ella. Sintió la necesidad de pasarse a tiempo completo a La Flor Azul, su casa, y dejó su trabajo. También quedó atrás su local. Y empezó a, como ella lo llama, hacer jardín.
La gente comenzó a querer semillas de las plantas que ella sembraba. Luego hubo personas que le pidieron ayuda para hacer sus propios jardines. Y, luego, hubo quienes pidieron que les enseñara. Lo que en un comienzo no empezó con fines económicos, se dio espontáneo. “A mucha gente la salvó la jardinería”, asegura.
Con la pandemia, el confinamiento le vino de maravilla. No lee periódicos. No ve televisión. No escucha radio. Pero tiene Instagram. Sus seguidores aumentaron. No alcanza a contestar todos los mensajes que recibe a diario, pero graba videos. En ellos, además de compartir algunas de sus actividades, responde las preguntas que le hacen. “A mucha gente se le despertó un montón el interés por el jardín”, dice.
A propósito de su curso online de Jardinería Casera en Crehana, hablamos con ella.
¿Qué necesito para empezar un proyecto de jardinería en casa?
No hace falta tener un lugar muy grande para generar un jardín. Puede ser un balcón. Lo único fundamental que te sugeriría es hacerte con una tijera de podar. Ese es el elemento que no puede faltar.
¿Cuánto tiempo puede tomar sembrar una semilla y que se convierta en planta?
Depende de la semilla y de lo que quieras hacer. Hay semillas que germinan muy rápido y otras que demoran otro tiempo más.
Si una persona quisiera hoy dedicarse a la jardinería, como tú, ¿cómo podría lograrlo?
¡Con pasión! Y mucha constancia. Si quieres tener un jardín, tienes que dedicarle un tiempo. Si quieres hacer jardín, te tiene que gustar: la flor, el proceso, los distintos momentos del año, las estaciones. Si tienes la disciplina de dedicarle un ratito cada día, luego va a ser una necesidad, un placer.
La Flor Azul es el nombre de la casa de Paquita Romano, en Buenos Aires. Imagen tomada de su Instagram.
Y entre diseñar jardines, vender semillas, y enseñar, ¿qué se te da mejor? ¿Qué es lo más rentable?
Todo. Por ahí un mes más una actividad que la otra. Las personas deben dedicarse a las cosas que más les gusta. Por ejemplo, no me genera placer mantener jardines. Pero hay amigas que lo hacen. ¿Y sabes qué? Se necesitan jardineros que hagan mantenimiento, que hagan la poda cuando hay que hacerla. ¡Que entiendan de plantas! A nivel trabajo hay un bache en ese sentido. También, por ejemplo, soy paisajista, pero no me gusta la computadora. No puedo. No me nace usarla. No disfruto hacer planos. Entonces, para eso tengo una socia. En cambio, hay gente que le encanta pasarse horas en la compu, ¡y les va bárbaro! Y ni hablar de si te pones a conocer más plantas, a investigar qué puedes traer a tu zona, a tu país, puesto que la mayoría de viveros tienen lo mismo. Buscar plantas que funcionen, que sean distintas, y tenerlas a la mano para que la gente también las use. La verdad es que, si no tuviera que generar plata para la vida cotidiana, haría esto gratuitamente, ¡me fascina!
¿Cómo fue que te interesaste tanto por la jardinería?
La realidad es que en mi familia (que es muy grande), en cada generación una mujer fue una enorme jardinera. De la generación de mamá, ¡fue mamá! Tenía un jardín de locos. Siempre me gustó, pero no entendía el disfrute de hacerlo. No entendía cómo podías hacer para vivir de esto. Un día sembré una semilla que me regalaron. Creí que era sencillo, que se ponía la semilla, y que la semilla andaba, pero no, me obsesioné; así que, el día que vi que la semilla germinó, me pasó algo adentro que ya no pude elegir más. Entendí la potencia que tenía eso. Era una semillita que podías agarrar con la mano, de repente salió un brote fuerte, y luego era una gran planta. ¡Era maravilloso!
Pero eras decoradora y te iba muy bien. ¿Cómo fue ese proceso de transición?
Soy ingobernable. Lo sentí, y me lancé. Hubo un año que estuve vinculada con las dos cosas, pero llegó el momento en que no quería hacer nada más. Sé que hay gente muy buena que lleva haciendo esto mucho tiempo, y de pronto no tienen la visibilidad. Tengo de esas suertes poco comprensibles. Pero también le meto mucho. Le dediqué horas interminables.
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¿Has conocido otras personas como tú?
¡Claro! He conocido mucha gente amante de las plantas. Conozco gente permanentemente. Lo que más me gusta de eso es que este es un ambiente muy bondadoso y colaborativo. Compartimos mucha información. No es raro que llames a una amiga o conocida, le preguntes cualquier cosa, y siempre te contesta. Creo que tiene que ver con que, detrás de todo esto que hacemos, hay una pasión. Si no amas la jardinería, no lo puedes hacer. En la jardinería hay una conciencia permanente de que no te las sabes todas. Por ejemplo, para saber de una planta necesitas mínimo un año, o dos. Si te cuento mi experiencia, te ahorré dos años. Si me cuentas tu experiencia con el cactus que yo no cultivé, ¡me ahorraste dos años! No tiene sentido cobrar por info o data, porque la naturaleza es universal. Tu jardín es tuyo, pero la naturaleza es de todos.
¿Deberían las personas interesarse por el jardín?
Más que por el jardín, por la naturaleza. Vivo fascinada con la enseñanza que nos deja en todo. Con el paralelo que tiene con el ser humano. Tengo escrito un manifiesto re lindo, de diez puntos, sobre las enseñanzas de la jardinería. Por ejemplo, uno de ellos dice: “Las cosas no suceden cuando queremos sino cuando tienen que ser”. ¡Si algo no es de invierno, no es de invierno! Punto. Y eso le pasa al ser humano en su vida. Si quieres saber sobre algo, cualquier cosa, mira la naturaleza. Tengo una especie de fascinación con eso.
Gotas de rocío sobre el pimpollo de un hosta, afuera de La Flor Azul. Imagen tomada del Instagram de Paquita Romano.
¿Y los hombres? ¿Cómo se llevan con el oficio?
Conozco cuatro jardineros. ¡Y son muy buenos! Tienen la misma pasión de la mujer jardinera. Terminan teniendo hasta mejor poder adquisitivo, porque son excepcionales. Hacen falta hombres jardineros. Ojalá se involucren, les gusta más el fútbol.
¿Qué le dirías a alguien que está considerando perseguir una pasión, que puede ser distinta a su profesión?
Que hace falta valentía o locura. Yo creo que aquí vinimos para ser felices. Y si sabes hacia dónde quieres ir —si bien quizá no hacerlo tan abruptamente como yo— , al principio va ser más esfuerzo, pero eso empieza a crecer. El tiempo ocioso que tengas, ocúpalo en lo nuevo que quieres hacer. Llegará el día en que germines una semilla. Pero la búsqueda tiene que ser siempre lo que te apasiona.