¿Sueles guardar silencio ante situaciones con las que no estás de acuerdo, porque no sabes cómo comunicar lo que realmente piensas? Esto es más común de lo que parece. A veces, el miedo puede hacernos creer que callarnos es la mejor opción. 

¿Cómo solucionarlo? Mejorando tu forma de comunicación y teniendo claro lo siguiente: expresar y defender tus deseos de forma correcta y sin ofender a los demás es posible, gracias a dos herramientas: la asertividad y la empatía.

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¿Qué es la asertividad?

La asertividad es una habilidad social que poseen algunas personas, para comunicar y defender sus principios y derechos de forma respetuosa y efectiva.

Aprender a ser más asertivos puede mejorar nuestra calidad de vida de manera significativa. Hay ocasiones en las que, debido a nuestros temores e inseguridades nos quedamos callados y aceptamos situaciones con las que no estamos de acuerdo. Esta conducta es dañina porque nos lleva a la frustración, por lo que debemos aprender a comunicar nuestras necesidades y dejar claros nuestros límites. De ahí la importancia de la asertividad.

A menudo la principal razón por la que no expresamos nuestras necesidades es simplemente porque no sabemos cuáles son. Conocerte a ti mismo (e identificar lo que quieres y sientes, pero también lo que te molesta y altera) es la base para poder comunicarlo de manera efectiva. 

Por otro lado, otra de las principales razones por las que solemos no hablar es para no “molestar”. En estos casos debemos evaluar si nuestras peticiones son razonables y, de serlo, expresarlas con seguridad. También es muy útil para la comunicación asertiva ser razonables y mostrarnos flexibles en la forma en la que nos expresamos (podemos proveer opciones o distintas soluciones para ser menos rígidos). 

Hablar de manera clara y calmada es otro de los puntos claves para la asertividad, así como centrarte en ti y no en los otros. De acuerdo con The Assertiveness Workbook, “ser asertivo significa tomar tus propias decisiones acerca de lo que estás dispuesto a hacer y de lo que no, y aceptar la responsabilidad y las consecuencias de tu comportamiento”.  

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¿Qué es la empatía?

La empatía es la capacidad de identificarse con alguien, con su situación o sus sentimientos, y requiere un esfuerzo activo por comprender al otro y ponerse en su lugar. Es por esto que, para ser realmente empáticos, debemos aprender a pensar no sólo en nosotros mismos y nuestras preocupaciones, sino ir más allá: abrirnos a los demás, tomarnos el tiempo de observar y aprender a escuchar es un buen primer paso para desarrollar nuestra empatía.

Tener curiosidad por los demás es un modo de hacer surgir la empatía. Presta atención al estado de las personas sin juzgarlas o etiquetarlas, imagina cómo se están sintiendo e interésate por el bienestar de los demás.

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A menudo, las conversaciones se mantienen en un nivel superficial debido a que los participantes no escuchan realmente lo que les están diciendo y solamente esperan la oportunidad para hablar. Escuchar activamente ayuda a crear un vínculo profundo con los demás y a tener un verdadero intercambio de ideas y opiniones. Tómate un momento para asimilar lo que te dicen y poder responder adecuadamente, haz preguntas para intentar comprender mejor y recuerda que no es necesario compartir la opinión de otra persona para entenderla. 

Ya que experimentamos el mundo de manera subjetiva, conocer las experiencias de otras personas es clave para comprenderlos mejor y ponernos en su lugar. De este modo podemos ver el mundo a través de sus ojos y entender por qué actúan de tal o cual manera, por qué creen ciertas cosas. Es importante que nosotros mismos mostremos a los demás nuestros sentimientos y experiencias.

La base de la empatía es la comprensión mutua. Y para lograr eso es necesario mantener la mente abierta y sin prejuicios. Un mundo sin empatía es un mundo hostil, lleno de intolerancia e incomprensión y sin ningún sentido de comunidad porque sin ella olvidamos que todos tenemos mucho más en común de lo que parece.

Aunque una parte importante de ser asertivos es centrarnos en nuestras necesidades, para comunicarnos mejor es necesario identificar los intereses y necesidades de los demás. Es decir, una comunicación efectiva requiere una mezcla de asertividad y empatía que lleven a la confianza y la cooperación.