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Expertos HR

El mundo laboral está cambiando. Las estructuras jerárquicas tradicionales, donde cada colaborador tiene un rol fijo y una trayectoria predecible, están dando paso a un nuevo modelo: los equipos flexibles y los roles líquidos. En esta transición, las empresas buscan mayor agilidad, y los profesionales, más autonomía y oportunidades de aprendizaje.


Para entender cómo esta evolución impacta a las organizaciones y a sus colaboradores, conversamos con Valeria Costa Checa, Gerente Corporativo de Gestión Humana y Comunicación en Corporación Breca. Su perspectiva aporta claridad sobre esta tendencia y cómo las empresas pueden gestionarla de manera efectiva.


La identidad profesional en la era de los roles líquidos

Uno de los cambios más importantes es la redefinición de la identidad profesional. Antes, el puesto de trabajo era un símbolo de estabilidad y trayectoria. Hoy, las nuevas generaciones no ven su identidad atada a un título, sino a su impacto y propósito dentro de la organización.
"La identidad profesional ya no está vinculada a un cargo fijo. Las nuevas generaciones se identifican más con el propósito de la empresa y con los proyectos en los que trabajan", explica Valeria Costa Checa.

Este cambio supone una oportunidad para que las empresas redefinan sus estrategias de atracción y retención de talento, alineándolas con valores y misiones que conecten con sus colaboradores.

El paso de estructuras rígidas a modelos flexibles puede desafiar la cultura organizacional. La clave, según Costa, está en evitar la anarquía y asegurar que la flexibilidad esté acompañada de orden y claridad.
"No se trata de que cada mañana los colaboradores lleguen sin saber qué hacer. Dentro de la flexibilidad debe haber una estrategia clara para que las personas sepan cuáles son sus objetivos y responsabilidades dentro de cada proyecto", destaca.

Esto significa que las empresas deben diseñar procesos que permitan a las personas moverse entre proyectos sin perder el sentido de pertenencia ni la claridad en sus objetivos.

Crecimiento profesional: de la escalera a la red de aprendizaje

El crecimiento ya no se mide solo en ascensos. Con los roles líquidos, los profesionales desarrollan competencias transversales que les permiten asumir mayores responsabilidades en distintos proyectos.

"El desarrollo profesional en este modelo no es necesariamente vertical. No se trata de subir peldaños en una jerarquía, sino de asumir nuevos retos y expandir el impacto de las habilidades en diferentes contextos", explica Costa Checa.

Este enfoque desafía los modelos tradicionales de evaluación de desempeño y compensación. Las empresas deben redefinir cómo miden el progreso y reconocen el crecimiento de sus colaboradores.

Por otra parte, uno de los riesgos del modelo flexible es la sobrecarga de trabajo. Si los roles no están bien definidos y las expectativas no están claras, los colaboradores pueden sentirse abrumados.

"La clave está en establecer expectativas claras y asegurar que cada persona sepa cuáles son sus responsabilidades dentro de cada proyecto. Además, fomentar una cultura donde los colaboradores se sientan cómodos alzando la mano cuando la carga de trabajo es excesiva", aconseja Valeria Costa.
La flexibilidad no debe ser sinónimo de incertidumbre ni de exceso de tareas. Las empresas deben acompañar esta transición con políticas de bienestar y herramientas de gestión que permitan monitorear la carga de trabajo.

Aunque la flexibilidad y los roles líquidos son tendencias en auge, no son aplicables a todas las industrias ni a todos los perfiles de profesionales. Empresas con estructuras muy especializadas o con operaciones que requieren estabilidad pueden encontrar desafiante este modelo.

"No creo que todo el mercado corporativo vaya a migrar a este esquema. Hay industrias donde la especialización y la estabilidad son fundamentales. Sin embargo, en los sectores de innovación y tecnología, este modelo es una gran oportunidad", concluye Costa Checa.

El reto para las organizaciones está en encontrar el balance adecuado entre flexibilidad y estructura, asegurando que el talento pueda desarrollarse en un entorno que impulse su crecimiento sin comprometer su bienestar.